Al igual que con la escritura de propiedad de antes, el hecho de que las cosas estuvieran en su tocador significaba que eran para ella.
Desconcertada, Rebeca abrió una caja.
Nada más abrir la caja redonda y ver lo que había dentro, se quedó helada.
Era... ¡La joya de esmeralda que intentó conseguir en la casa de subastas el otro día!
La otra era una caja cuadrada con algo de peso.
¿Podría ser que era...?
Dejando la caja redonda, Rebeca abrió la otra, y dentro había efectivamente un cuadro.
Tomó el cuadro y lo colocó sobre la mesa redonda de la sala, observándolo lentamente.
El cuadro cobró vida y los colores brillaban.
Mirando los dos objetos que quiso adquirir hace unos días y que estaban ahora en sus manos, Rebeca guardó silencio unos instantes.
Supuso, si estaba en lo cierto, que ambos objetos habían sido comprados por Logan para el cumpleaños de su abuela.
Uno para regalar en nombre de Esperanza.
Otro a nombre de ella y Logan...
—Mamá, he terminado. ¡Podemos salir!
Fue entonces cua