—¿Violeta?
—Lo siento, Rebeca, pero mañana tengo que salir de la ciudad, así que no podré acompañarte a comprarle un regalo de cumpleaños a tu abuela.
—No pasa nada, ya lo he comprado.
No había estado antes en ninguna de las tiendas de antigüedades de por aquí, y había venido en un principio solo para probar suerte, y si nada le convencía, seguiría comprando mañana en otro sitio con Violeta.
No esperaba que encontraría algo que le gustara.
Violeta también se sorprendió: —¿De verdad? ¡Qué bien!
Rebeca se rio: —Sí.
Hablando de esto, Violeta dijo de pronto: —Por cierto, Rebeca, el otro día me dijiste que habías visto a los Mena, y yo he preguntado en los dos últimos días, y la familia Mena sí quiere instalarse en Fassumi, y me contaron que lleva unos días mirando casas.
Al oírla hablar de los Mena, a Rebeca se le borró la sonrisa: —Vale, ya lo entiendo.
—En cuanto a los Rojas, he oído que ya eligieron la casa y que se mudarán dentro de un tiempo, y se dice que estos días están enviando in