Mundo ficciónIniciar sesiónLa madre de Cristina permanecía sentada en la cama, con los brazos cruzados y la expresión tan dura que casi parecía un muro. Había estado gruñendo internamente desde que el doctor se había marchado. Apenas habían pasado tres minutos.
Entonces se escucharon dos golpes suaves en la puerta. La mujer chasqueó los labios con evidente fastidio. —¿Ahora qué quiere este hombre? —bufó sin mirar siquiera hacia la puerta—. Adelante. La puerta se abrió despacio. La madre de Cristina levantó la mirada con irritación… pero el ceño se le frunció aún más cuando vio que no era el doctor. Era una mujer joven, La madre de Cristina la miró de arriba abajo y dijo con desconfianza: —¿Y usted quién es? Aquí no puede entrar cualquiera. La mujer sonrió con educación, como si hubiera escuchado esa frase mil veces. —Mucho gusto —r






