Sofía recién despertaba y decidió observar como Arturo se ponía la camisa y la abotonaba.
— Buen día — Dijo Arturo.
— Buen día — Se sentó sobre la cama y comenzó a arreglarse.
— ¿Sofá, a dónde vas?
—A mi casa, en realidad al hotel.
— Deberías quedarte — Sofía negó inmediatamente. — El desayuno está en el sartén, apaga todo antes de irte y si no lo haces sería agradable.
— Son las seis de la mañana. — refunfuñó y terminó de vestirse. — Déjame en casa de mis padres.
El joven rodó sobre su cama y fue en busca de ropa y tomó una corta ducha mientras Sofía comía un poco de desayuno, era completamente difícil y le encantaba aquello para &eacut