Baile

Rachel me ofrece una copa de whisky, conduciéndome a la amplia cocina del apartamento, explicándome no sé qué cosas y que, por culpa de su trasero, que se mueve tan sensual de arriba abajo, me está causando gran distracción a sus palabras. Ese vestido le queda como una segunda piel. Le resalta su hermoso cuerpo de una manera que solo me dan ganas de arrancárselo y hacerla mía sin contemplaciones y hasta el amanecer.

Rachel saca una botella del refrigerador y dos copas, dejando todo junto encima de la isla.

—¿Vives sola? Creí que vivías con tu hermana — deja de servir las copas y me ve con una sonrisa ladeada.

—¿No me has puesto atención a lo que he hablado, Axel? — niego, encogiéndome de hombros —. Lo supuse. Este apartamento es de Di

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