—Las videntes suelen tener sus trucos —advirtió Gavin—. A veces, el precio que piden a cambio no vale lo que ofrecen.
—Vamos a ver si Erik puede ayudarnos a conseguir un trato justo con la vidente que él consultó —respondí.
Gavin levantó las cejas.
—No sabía que había ido con una —dijo, lanzándome una mirada rápida antes de volver la vista al camino—. ¿Por qué motivo la visitó?
Ese era el momento... tenía que decirle toda la verdad, y lo hice. Le conté todo lo que Erik me había revelado sobre Irene y la sirena. Cuando llegamos a la villa, Gavin era una tormenta contenida; tenía el rostro encendido y los músculos tensos, como si apenas pudiera dominar a su lobo.
—Creí que las sirenas ya no existían —murmuró con la voz cargada de rabia—. Se supone que se habían extinguido.
—Una vidente le dijo a Erik que no era así, y él está convencido de que Chuck es una sirena que mantiene a Irene bajo un hechizo. Lo que no entiendo es qué quiere, ni por qué la está usando para conseguirlo.
—Lo voy a