—Deberías haberme dicho que estabas embarazada —finalmente habló después de lo que se sintió como una eternidad.
Asentí, mis ojos cambiando al suelo.
—Lo sé. Yo...
—Fue estúpido y peligroso para ti continuar trabajando sabiendo de tu embarazo. Si lo hubiera sabido, te habría sacado de ese puesto —dijo, negando con la cabeza—. ¿Sabías que estabas embarazada cuando quedaste atrapada en esa explosión?
Sabía que ya conocía la respuesta, así que mentir sería inútil y posiblemente peligroso.
—Sí —susurré, con lágrimas llenando mis ojos antes de que pudiera detenerlas.
Estas estúpidas hormonas estaban fuera de control.
—¿Por qué no me lo dijiste?
Su pregunta me hizo mirarlo; había una pizca de dolor y vulnerabilidad detrás de su tono que hizo que mi pecho se apretara dolorosamente.
—Estaba preocupada de que me despidieras —admití—. Acababa de llegar aquí, y no quería decepcionar a nadie. Tenía algo que demostrar... Pensé que podía manejarlo, pero estaba equivocada. Lo siento mucho.
Estuvo cal