Alan
Quería gritar en ese momento, gritarle que no se fuera, que aguantara un poco más, quisiera
poder escuchar una vez más su voz y decirle que sí, que la perdono por absolutamente todo que la entiendo y que sé que solo fue una víctima más en todo esto.
Abrí la puerta, pero me detuve, no pude continuar en el momento que varios hombres armados me apuntaron al mismo tiempo que le apuntaron a ella.
—Bájela, déjela allí —me ordenaron, mantuve mi postura—. No vamos a dejar que salga con la esposa del jefe.
—Disparen si quieren, no pienso dejar que se muera aquí aquí el único que merece morir es él —grité completamente enfurecido.
Todos ellos me apuntaron, sentí miedo de morir en estos momentos… miedo de no poder salvarla.
Algunos disparos se escucharon afuera de la casa, tapé a Camila con mi cuerpo, escuché como la policía ingresó y en ese momento un gran alivio me recorrió por completo.
Una vez más comencé a caminar a lo largo del pasillo, para salir de allí y llevarla al hospita