25
SALVADA
Mi corazón se podría haber detenido al momento de que la puerta se abrió, y alguien entre por ella. Mis manos podría haber sudado por culpa de mi cerebro para buscar una buena excusa para darle a aquella persona que me atrapó, y todo lo que hasta ahora había conseguido, que no es mucho ni nada de eso, pero de todos modos había al menos conseguido algo se iría a la misma m****a. No obstante tranquilizo a mi pobre pecho al ver a la pequeña Leah mirándome extrañada desde unos pasos de distancia la puerta.
—¿Qué haces aquí? —vuelve a preguntar.
—Nada —susurro acercándome a ella y tomándole la mano para sacarnos de allí—. ¿Tú que haces aquí?
Leah se encoge de hombros mientras caminamos nuevamente hasta la sala, donde Evan me había dejado y donde supuestamente de donde yo no tendría que haberme movido.
—Como papá no subió quise ver qué pasaba —respondió.
—Pero no pasaron ni cinco minutos, no t