Capítulo 3:

Cuando finalmente Emma abrió los ojos, se encontraba en el suelo de la oficina, totalmente desnuda con varias botellas de wiski vacías a su alrededor.

Durante algunos segundos, ella no entendía nada, su mente estaba perdida en puntadas dolorosas producto de la resaca. Hasta que finalmente, luego de moverse un poco, un cuerpo cálido y desnudo a su lado le recordó todo lo que había ocurrido cuatro horas atrás.

Eros estaba inconsciente, dormido a su lado, totalmente desnudo de cintura para arriba. De cintura para abajo, su camisa blanca bloqueaba la visión de sus partes íntimas, pero Emma estaba casi segura de que se encontraba totalmente desnudo, igual que ella.

>>M****a<< pensó ella, entrando en pánico, mientras se apartaba lentamente de su contacto, procurando no despertarlo.

Lo último que quería en ese preciso instante era que Eros despertase y le despidiera estando aun desnuda. Porque de seguro aquello era lo que iba a ocurrir.

Emma paso una mano por su cabeza, intentando aclarar las idead que en esta habitaban, hasta que una se impuso por encima de todas. Lucas.

Su hijo aun estaba en casa bajo el cuidado de la niñera… una niñera que sin lugar a dudas querría regresar a su hogar de inmediato.

Con el corazón latiendo de manera violenta en el centro de su pecho, Emma se vistió lo mejor que pudo y salió de la oficina rumbo a su casa. Aun era de noche, por lo que no tendría problemas con cruzarse con ningún compañero de la oficina.

Ella tomo el transporte público, y solo cuando se encontraba en este, rumbo a su hogar, se dio cuenta que había dejado olvidada su ropa interior en la oficina de Eros.

Las ganas de llorar la invadieron, acababa de perder el único empleo que lograba mantener a flote su pequeña y destrozada familia. Pero Emma no lloro, se trago su dolor y desesperación; ella encontraría el modo de arreglar todo, como siempre lo hacía.

Cuando finalmente llego a su casa, luego de algunos minutos, el sol comenzaba a salir por el horizonte, lo cual le permitiría una hora con su pequeño antes de regresar a la oficina para presentar su formulario de renuncia.

—¿Emma? —pregunto una voz familiar cuando finalmente ella ingreso por la puerta principal.

—Grace, soy yo—respondió Emma en tono de voz baja.

Al instante, del living-comedor, emergió una anciana canosa y bajita, con el rostro somnoliento.

—Emma ¿Qué te ocurrió? Maldito sea ese jefe que tienes… ¿Acaso no sabe que tienes un niño pequeño a tu cargo?—dijo molesta la mujer, con su cara tornándose mas roja—. Ese hombre… se ganó mi odio mortal.

Emma rio por lo bajo de forma cansada, puesto que, para Grace, todo aquel que afectara a Lucas se ganaba su odio mortal.

Pero lo cierto era que Eros no estaba al tanto de Lucas. Emma había sido muy celosa resguardando su vida personal dentro de la oficina, tanto así que nadie sabia que ella tenia un hijo o que era madre soltera.

—Gracias por cuidar a Lucas, Grace… creo que hoy solo necesitare que lo cuides por una hora a media mañana—aquello le daría a Emma el tiempo suficiente para presentar su nota de renuncia.

—¿El cretino de tu jefe te dará vacaciones finalmente? —pregunto Grace esperanzada.

—Algo así—dijo nerviosa Emma. Luego le explicaría todo lo ocurrido a Grace.

La mujer ante ella sonrió satisfecha, mientras tomaba las cosas y se precipitaba a salir por la puerta principal.

—En ese caso, te dejare para ir a mi casas a darme una cucha y regresar en unas horas—dijo feliz Grace—. Lucas se porto muy bien, y se fue a dormir temprano, por lo que pronto despertara.

Esas fueron sus ultimas palabras antes de despedirse y salir por la puerta principal, dejando finalmente a Emma totalmente sola.

Allí, con los rayos del sol comenzando a ingresar a través de los cristales de las ventanas, Emma se permitió caer de rodillas al suelo, haciéndose un ovillo sobre si misma, para luego abrazarse.

>> ¿Qué demonios hiciste de tu vida, Emma? << se preguntó a si misma, mientras dejaba que el agujero oscuro que habitaba en su interior comenzara a devorarla por completo.

—¿Mami?—dijo la dulce voz de Lucas a sus espaldas, atrayendo su atención y sacándola de la desesperación—. ¡Mami!

Emma se volvió hacia atrás el tiempo justo en que vio como su pequeño hijo corría con una enorme sonrisa hacia ella. Lucas la envolvió con un fuerte abrazo que logro devolverle el alma al cuerpo.

>—Volviste, mami—exclamo con emoción su pequeño—. No te imaginas el sueño increíble que tuve.

Al oírlo hablar, toda la desesperación de Emma se esfumo, mientras estrechaba a su pequeño con más fuerza.

—Quiero escucharlo todo… ¿Te parece bien contarme mientras nos preparó el desayuno? —respondió ella, logrando llegar al mismo nivel de entusiasmo y amor que Lucas.

El pequeño niño asintió y sonrió feliz, exponiendo una sonrisa de pocos dientes, mientras miraba con adoración a su mamá. Emma había comenzado a avanzar rumbo a la cocina, pero el timbre de la entrada principal sonó.

>—Creo que Grace se olvido algo—comento Emma con picardía—. No se olvida la cabeza porque la tiene unida al resto del cuerpo.

El pequeño niño rio ante aquel tonto chiste, mientras ella se disponía a abrir la puerta con Lucas aun en brazos.

Sin embargo no era la pequeña anciana quien estaba al otro lado de la puerta, sino que se encontraba Eros, de pie, con el rostro serio.

Al verla con un niño pequeño en brazos, sus ojos se ensancharon, mientras separaba los labios ligeramente.

Ni Emma ni Eros dijeron una sola palabra, solo se quedaron allí, rígidos como rocas, observándose mutuamente. Por lo tanto, fue el pequeño Lucas quien hablo, con suma curiosidad.

—Hola, ¿Quién eres tú? —pregunto Lucas con una sonrisa ladeada, y al notar que compartía el mismo color de ojos que aquel hombre, su sonrisa creció mientras decía—¿Tu eres mi papá?

Al oír aquellas palabras, el corazón de Eros se detuvo, y centro su atención en el pequeño, sintiendo como el aire en sus pulmones se congelaba.

Ese niño, el niño que Emma llevaba en brazos, lo acababa de llamar papá.

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