83. ¿QUIÉN CUIDARÁ LA TUMBA?
NARRADORA
La sostuvo contra ella, y si no estuviese viendo los tatuajes entrelazados como una corona desaparecer de la frente de Irina, no se creería esta locura.
Con manos temblorosas comprobó que estaba respirando.
¿Qué fue todo esto?
Al subir la mirada hacia el supuesto enemigo que las rodeaba, las cosas se pusieron aún más raras.
¿Dónde estaban esas criaturas carbonizadas?
En vez de encontrar las duras carcasas de piedras ígneas, fundidas del mismo magma, Ava descubrió rostros llorosos y agradecidos.
Eran figuras translúcidas, brillando en la nada como fantasmas. Mujeres, hombres, incluso algunos pequeños.
Sus expresiones reflejaban el fin del tormento que habían pasado durante milenios.
Se fueron desvaneciendo en el aire, al fin liberándose de la maldición que pesaba sobre ellos.
El arrebato de Irina rompió sus ataduras y purificó sus almas con energía de su deidad.
Ava pensó que estaba alucinando. Definitivamente, terminó por enloquecer como su madre.
“Ava, siento algo, den