GREYSON—¿Deme la dirección de esa cuidadora? ¡Ella tuvo que ayudar a la Srta. Reed a sacar a la paciente!—En… enseguida, Alfa —la directora del hospital psiquiátrico temblaba tanto, que todas las carpetas se le escurrían de los dedos.Intento controlar mi mal humor, pero el aura de mi propio lobo sale a raudales, rugiendo a los miembros de su manada.Ava entró al ala de descanso y no salió jamás de ahí.El chófer le dio espacio para que visitara a su madre, entiendo su consideración, pero ese error costó que la enfermera la ayudara a escapar.¡Tuvo que ser esa mujer! Y estoy seguro de que usaron los dichosos túneles de emergencia que mandaré a clausurar.—Aquí está… ella vive en Crimson Rose, el pueblo de la manada pegado a la parte norte del lago…Tomo el papel con los datos.Miro el número de teléfono y justo lo estoy marcando cuando ese mismo celular me está llamando de vuelta.Lo respondo sin dudar.—¿Dónde tienes a Ava y a su madre? —la pregunta sale tan afilada que escucho el
AVALa mala suerte me perseguía y no podía dejarla atrás por mucho que corriera; esa era la única verdad.Cuando llegué al hospital, en realidad no tenía intención de salir huyendo… no aún.Si fuese yo sola, no me lo pensaría dos veces. Solo lamentaba no despedirme de Owen.Incluso tenía dinero propio en la mano; sin embargo, con la situación de mi madre no me atrevía a ser imprudente.No pude evitar quebrarme frente a ella, aunque no me hablara, posiblemente ni me escuchara… ya solo tenerla con vida me consolaba.La enfermera que la cuidaba era muy buena. Ella me encontró llorando y, entre una cosa y otra, le conté que me quería marchar con urgencia.No entré en detalles, pero ella sabía que yo era “la prometida” del Alfa, supongo que pensó que nos habíamos peleado.Comencé a pensar seriamente en escaparme por esos dichosos túneles de emergencia, pero mi mirada siempre iba a mamá.—Ava, no hagas una locura. La paciente no está bien. Mira… no deberías irte así, pero veo que estás dec
AVARugí moviendo la manivela para intentar abrir la puerta, pero lógicamente la presión no me dejaba… ya estaba subiendo el agua por mi pecho…“Te prestaré mi última fuerza, intenta desprender el cristal frontal” mi pequeña Beta estaba tan desesperada como yo.Me recosté al sillón y comencé a patear con todas mis fuerzas el parabrisas, pero lo único que conseguí fue agotarnos y consumir más oxígeno.—Aajjjj —di la última bocanada contra el techo, mientras me cubría la oscuridad y la mano congelada de la muerte me rodeaba.Iba a morir, aquí y ahora, sin necesidad de que ninguna enfermedad me acabara.“Ava… lo lamento… soy tan débil… no te merezco… debiste tener una loba increíble … como tú.”“Saphir… lo hicimos lo mejor que pudimos. Eres mi mejor amiga” —confesé acariciándola en mi mundo interior.Hace mucho que me preparaba para el final, solo que jamás esperé que fuese así.Lamentaba dejar a mi madre…“Mamá… lo siento tanto”, las lágrimas se mezclaron con el lago, mientras las burbu
AVA La habitación olía a desinfectante y a resignación. La doctora evitaba mi mirada como si eso fuera a suavizar el golpe que estaba por darme. —Sus análisis no muestran mejoría, Luna —dijo finalmente, con voz baja. —De hecho, sus capacidades físicas han disminuido aún más esta semana. Sus instintos… la conexión con su loba… todo está debilitándose. Me aferré al reposabrazos, para disimular el temblor en mis manos. —¿Y la fertilidad? —susurré, como si al decirlo bajito pudiera cambiar la respuesta. La doctora tragó saliva, sin levantar los ojos. —Los niveles hormonales no son alentadores. Lo siento, Ava. Si las cosas siguen así… no podrás concebir. Todo se detuvo dentro de mí. Pero no solté ni una lágrima. Me sentía tan seca y sin esperanzas. Mi peor pesadilla haciéndose realidad. Heredé la rara enfermedad de mi madre, aunque al menos ella me pudo dar a luz. No se sabía la causa, solo que te ibas consumiendo hasta quedarte como una muñeca sin vida; sin hablar, ni escuchar
AVAPasaron dos días. Dos días donde me tenían casi como una prisionera, vigilada, sin medios de comunicación, y ella se paseaba por la casa como si fuera la dueña de todo. Vestía mi ropa, usaba mis maquillajes, me imitaba como siempre había deseado hacer.Sin embargo, hoy había una reunión importante donde una farsante como Emma no podía reemplazar a la verdadera Luna.—Ya sabes, Ava, sonrisa en el rostro y somos la pareja ideal —el estómago se me revolvió ante las palabras de Feodor y su toque.“Maldito cínico.” Saphir rugía de indignación en mi interior. Él no quería liberarla del vínculo.Aunque deseaba escupirle la cara, no tuve otra opción que seguir fingiendo delante de sus socios de negocios y otros lobos que asistieron.La vida de mi madre estaba en juego. Pero la Diosa Luna al fin se apiadó de mi situación.Saludando entre los invitados, me asombré de encontrarme a un viejo amigo que hacía tiempo no veía.—¡Ava! — se acercaba el macho de casi 1.80 de estatura, cabello casta
AVAOwen se quedó mirándome, asombrado, pero sé que de repente contemplaba también la posibilidad.—. Av, mi manada no es fácil, mi padre es estricto…—Salvarnos el culo tampoco fue fácil y tú no lo dudaste un segundo —le dije, afianzando mi decisión.—Ava, no sé… no lo hagas por protección, yo igual las dejaré en este territorio…—Owen —tomé sus manos—, ¿viste a mi madre? Puede que yo esté así en unos meses o años, quizás muera súbitamente… no sé…—Ava…—Ssshhh… seré tu respaldo como tú siempre fuiste el mío. Para eso son los amigos —le dije, ganándome un abrazo de oso.Incluso suspiró, el pobre debía estar asfixiado. Mentir nunca fue buena idea, pero le daría tiempo para organizar los asuntos con su padre.—Ya tienes una hermosa prometida, bebé —le palmeé el trasero burlándome, para romper el momento tenso.—Eres insufrible. Papá va a infartar cuando te conozca.—Que se cuide ese Alfa, que ya de capullos estoy hasta el gorro —le dije mientras nos alejábamos de regreso.Poco sabía que
AVA Abro la bata y la bajo seductoramente por mis hombros, hasta que cae al suelo. Su rostro estupefacto es un poema, y yo estoy descojonada de la risa por dentro. Me arrojo en cuatro patas y gateo sobre la alfombra como una fiera salvaje. El hilo se me encaja entre las nalgas de manera incómoda, pero yo estoy en mi papel de zorra. —A… Ava, ya basta… —¿Qué? ¿Te volviste tímido de repente? Mis bubis te impresionaron —me meto entre sus piernas, de rodillas frente a él. Y no aguanto más el comenzar a reírme. —No me jodas, Owen, tal parece que te he pillado pegándome los cuernos con tu amante. Creo que todos nos reiremos de esta broma, pero Owen sigue haciéndome señas un tanto confusas. De repente, el sonido de un cristal rompiéndose y un gruñido brusco me sobresalta. Comienzo a sudar frío y a palidecer. Abro los ojos en modo desorbitado. Owen baja la cabeza y se estruja la frente. Yo giro el cuello, aún en cuatro patas y media desnuda, para ver al Alfa parado frente a un min
AVAUn rugido me hizo saltar en el lugar, mirando en pánico hacia la puerta donde el Alfa estaba de pie. Di un paso atrás, nerviosa, reparé en que me había acercado demasiado al cuadro. —Yo… no quise molestarlo… —¡¿Quién te dio autorización para entrar en mi despacho y tocar mis cosas?!Caminó como un vendaval hacia la pintura para examinarla. Quizás pensando que la había dañado. Quise explicarme, pero mi mano se enredó con la esquina de la bandeja metálica.Cayó al suelo con un ruido estridente.—No, no, no…Me incliné con los ojos rojos, temblorosa, comencé a recoger la porcelana rota. El nudo se apretaba en mi garganta. La blanca loza empezó a teñirse de rojo por las cortadas en mis yemas, me estaba empezando a sentir algo mareada.—Detente, estás sangrando, espera… ¡Ava, espera! —¡No!Me levanté a enfrentarlo, apartando sus manos que intentaban sostenerme. No quería llorar delante de él. Todo lo que hacía era malinterpretado. —Solo quería disculparme por lo de esa noche,