Adrián
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Observó los papeles que tenía en sus manos y los tiró alsuelo, asustando a los presentes. Su asistente se acercó a él con miedo de serdevorado por su mirada, pero este se congeló en su lugar. Adrián se levantó desu asiento y empezó a caminar de un lado a otro como león rugientebuscando devorar a las cuatro presas que tenía en su oficina. El olor desus feromonas ahogaba a los que yacían a su alrededor a tal punto q