CAPÍTULO 44

—Me encanta ver las estrellas —dice Sara mientras sigue recostada junto a Vicenzo. Su cabeza en su hombro y el brazo de este, pasando por debajo de ella y rodeándola.

—Lo sé, tu habitación, las láminas tenían dibujadas algunas —recuerda haciendo que ella se esconda en su costado.

—Las pinté en un momento de mi vida cuando tenía temor salir —confiesa ella abriendo el panorama de él a la comprensión—. Estábamos acostumbrados a dormir sobre el techo en época de calor, pero después del ataque jamás volví a hacerlo. Tuve miedo de estar a la intemperie, tuve miedo de que algo me pasara y nadie se diera cuenta.

Vicenzo la escucha pensativo, mientras que acaricia con su mano libre la mano de Sara y su brazo.

—Ya no tendrás temor, ahora yo te cuido —dice él en una promesa tacita—. Yo las cuidaré.

Tres palabras que cambiaron el rumbo de la historia para ellos. Tres palabras equivalentes a una gran promesa de un porvenir.

Sara comienza a relajarse en los brazos de Vicenzo, no hay besos, no hay c
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