CAPÍTULO 32

Cuando se pone de pie encuentra a Lita en un sofá dentro de la recámara con Mila en sus brazos.

—Roncabas como tronco, agradece que le gustas al muchacho que si no lo espantabas —dice su abuela riendo.

—Ay, Lita, necesitaba descansar… —se justifica.

—Lo sé mi niña, Mila también, vine desde hace rato a verlas y estaba despierta aún, quiso cenar y en cuanto lo hizo se quedó dormida —añade Lita.

—Ven, deja la acuesto, ¿sabes en donde es que vamos a dormir? —pregunta sin saber lo que sigue en el plan.

—Tu futuro novio…

—¡Lita! —la regaña su nieta mientras toma a su hija en los brazos—. No andes diciendo eso, solo somos amigos y nos estamos conociendo.

Recuesta a su hija mientras Lita la sigue.

—Como te decía tu “amigovio”

—Ay, en serio, que, entre más años, más llevada te vuelves —amonesta divertida a su abuela.

—Bueno… él ha dicho que nos quedaremos aquí, mañana temprano saldremos en esos cacharros voladores infernales de nuevo a Cancún —dice haciendo ademanes al aire—. Por momentos me a
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