La mente me funcionaba a toda velocidad mientras consideraba qué decir: —Para serte sincera, no puedo conseguir tanto dinero ahora mismo. Me divorcié hace poco y el dinero está en manos de mi ex marido.
Al escucharme, el hombre se enfureció y me reprochó: —¿No tienes dinero y me haces perder el tiempo con tanta palabrería? ¿Lo haces a propósito?
Extendí ambas manos en señal de rendición y respondí con desdén: —Dinero no tengo, solo esta vida miserable.
Después de decir esto, observé su expresión, tanteando gradualmente sus límites.
El hombre estaba furioso, y su mirada siniestra recorría constantemente mi cuerpo.
Tras reflexionar un momento, esbozó una sonrisa perversa y soltó un gruñido.
—Hay otra solución.
—Si aceptas mi propuesta, te daré el video.
Tragué saliva y sentí un destello de esperanza; tal como sospechaba, había otra opción.
—¿Estarías dispuesta a participar en una orgía?
Mi corazón dio un vuelco, pero mantuve mi expresión imperturbable.
Después de pensar brevemente, fingí