Cada día con más parentesco hacia el padre.
—Buenas noches Señores, por favor pueden pasar adelante— todo su cansancio desapareció como obra de arte.
Roberto observó al jovencito y era como verse a él mismo a esa edad, él no había tenido ninguna aventura, por lo tanto, todo se lo dejaba a las coincidencias de la vida, Beatriz no tenía cabeza para pensar en infidelidades, ellos seguían siendo uno solo como desde el principio, pero cada día el parecido de Alicia a su padre era más evidente.
Ambos pasaron y se sentaron en el mueble, Alicia estaba tan emocionada de verlos, ella tenía la base del bizcocho que no logro decorar, quería ofrecerles algo como buena anfitriona, ella amaba hornear y este le quedo en el punto, esponjoso y dorado por encima.
—¿Desean una taza de café? — en su casa era costumbre ofrecer café al recién llegado y solo estaba demostrando sus costumbres.
Pero Beatriz no quería nada, ella era feliz sabiendo cómo iba la relación de su hijo con él, los vio tan cerca y alegres.
—No te preocupes Ali, así estamos bien—