Lo que queda después de la tormenta
Paula caminó con pasos vacilantes por la calle desierta.
El eco de sus tacones resonaba en la acera como un triste recordatorio de lo que acababa de ocurrir.
Su mente era un torbellino.
Rabia.
Tristeza.
Vacío absoluto.
Había esperado que, al final, todo doliera menos.
Pero no.
La venganza que la sostuvo durante tanto tiempo se había consumido en cenizas en un solo instante.
Había hablado.
Había gritado.
Había dejado salir todo el dolor que guardó durante años.
Pero en el proceso…
Lo había perdido todo.
Mateo estaba destruido.
Eleonor estaba rota.
Y ella…
Ella ya no sabía quién era.
El frío de la noche se colaba en su piel, pero no era solo el viento helado lo que la hacía estremecer.
Cuando llegó a la vereda para detener un taxi, una silueta bajo la luz amarillenta del farol llamó su atención.
Sergio.
Su postura era rígida, con los brazos cruzados y el rostro ensombrecido.
Paula sintió un nudo en el estómago.
No era enojo lo q