Ismael la miró con una mezcla de ternura y resignación.
—No me estoy alejando, Caro. Pero no puedo quedarme en el mismo lugar para siempre, esperando a que decidas si me necesitas o no.
Su voz no era dura, pero sí definitiva. Carolina sintió que las palabras le golpeaban el pecho con una fuerza inesperada. No podía retenerlo, y lo peor era que ni siquiera sabía si quería hacerlo.Pero quería gritarle. Decirle que no era porque pensaba que iba a tomar. Que no tenía miedo de eso. Ella sabía que él era un tipo que distinguía lo bueno de lo malo.
Lo que realmente le pasaba…
Era que no quería que estuviera con esa mujer. No quería verlo sonriendo con otra. No quería que se alejara de ella.
Pero no podía decirlo.
Porque ni siquiera ella sabía lo que quería.
La otra mujer volvió en ese momento, sentándose de nuevo con una sonrisa tranquila. Miró a Carolina con curiosidad, pero no dijo nada. Ismael también guardó silencio por unos segundos antes de suspirar y mirar a su amiga.
—¿Quiere