El rey hada llegó a sus tierras y furioso comenzó a dar órdenes y a preparar a sus tropas y todo tipo de encantamientos para destruir a sus enemigos.
Una de sus hadas se presentó delante de él y le reprochó su mal proceder.
—¿Que pretendes con llevarnos a la guerra? — Dijo el hada Alegría— no es justo lo que nos vas a hacer. Ellos son grandes en poder y ninguna magia o encantamiento le hace efecto. ¿¡Acaso estás loco!?
El hada la miró con odio.
—¡Ella debería ser mía! — le gritó. Su maquiavélico plan de destruir la humanidad lo ha llevado a perder la cordura.
Alegría lo miró.
—Sabes mi rey— dijo con una mirada triste algo muy contrario a su forma y esencia.
— Ella fuera tuya, pero la despreciaste por una humana — lo miró con resentimiento.
El hada miró y frunció el ceño.
— ¿De qué hablas? Hablas— le preguntó.
—Cuando Luara dio a luz nació una hermosa niña, pero tú nos hiciste entregarla a su tía. Tu rechazaste a tu propia mate por ser humana.
El hada se levantó y se acercó de manera