Capítulo 88

—Señorita, digo Kimberley llegaste —espetó Amber al verla en un movimiento de cabeza que había hecho.

—Sí, perdón por no anunciarme, pero estaba disfrutando de la escena.

—Los niños han estado corriendo desde que te fuiste. —Se levantó y recién ahí los pequeños se percataron de la presencia de su madre.

—¡Mami! —exclamaron al unísono y se acercaron a abrazar a la joven por las piernas.

—Hola bonitos míos. —Saludó la mujer—. Vi lo bonito que estaban jugando.

—Mis era un monstruo que perseguía a la princesa, o sea, yo —expresó a su mamá con

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