Durante el fin de semana fue ideal para Leila porque tenía tiempo para saber qué rumbo quería para su vida, analizar si el tiempo que había pedido Dustin era suficiente, e incluso pensar sobre qué sentía ella por él, y viceversa. Tener esos pensamientos le estrujó el corazón, y retumbó en su mente. Se había propuesto descansar, pero no pudo y se notó el lunes cuando regresó al hospital y tuvo un ataque de llanto tras atender a una pequeña que vio parecida a Siena.
—Pasa —le dijo una de sus compañeras entrando a la oficina de la chica, y luego cerró la puerta—. ¿Quieres decirme que te sucede? —preguntó Janet.
—No lo sé —dijo entre lágrimas.
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