Capítulo 23.
Erick había sentido una necesidad implacable por hablar con Luciana, después de intentarlo en  más de una ocasión, no podía sacar su nombre y su cuerpo de su mente, pero ¿por qué? se cuestionaba intrigado, aunque nada lo había preparado para lo que estaba por venir
— Maldito, maldito desgraciado— susurraba furioso, caminando como León enjaulado en su oficina, después de haber interrumpido a Luciana con Mauricio en la habitación.
— Bastardo ¿cómo se atrevió a tocarla? Desgraciado.
Pero algo además de la rabia lo consumía, un sentimiento que no podía nombrar jamás lo había experimentado antes.
“ Soy un hombre libre, encantador de mujeres, catador de cuerpos y un explorador de nuevos horizontes “ Se repetía su mantra el cual le ayudaba a no estar con ninguna mujer demasiado tiempo.
Recordándose que él era alguien que no debía negarle a ninguna mujer hermosa.
“Esto debe ser por el trabajo” pensó el negando lo evidente, que eran celos incontenibles los que sentía, tratando de cubrir el sol