Apenas tenía veintiocho o veintinueve años, y por supuesto también quería verse bonita y arreglada.
Pero sin la ayuda de su suegra, y con un marido que decía que era mejor cuidar ella misma a su hija que contratar una niñera, se convirtió en madre a tiempo completo.
Desde que su hija era una bebé hasta ahora que está en primaria, durante seis años completos, ella sola se había encargado de todo.
Todos los días era lo mismo: cuidar a la niña o hacer las tareas domésticas. ¿Cuándo tenía tiempo para arreglarse?
—Sara, primero eres tú misma, y después eres la madre de una niña —dijo Ana.
Sara se quedó sin palabras, quería decir algo, pero no sabía por dónde empezar.
Llegó la hora de salida. Los estudiantes comenzaron a salir poco a poco de la escuela.
El jardín de niños estaba junto a la secundaria, y el lugar que antes estaba vacío de repente se llenó de vida.
Los padres que venían a recoger a sus hijos se amontonaban en la entrada, asomándose para buscar a sus pequeños.
Ana acompañó a Sa