Se ocupó del asunto, no de la persona. La actitud de Ana hacia madre e hijo fue muy amable, y Samuel creyó ver la sombra de la Ana de antes.
Samuel caminaba al final.
Recibió una llamada telefónica y se marchó apresuradamente.
En un instante, la sonrisa de Viviana se desvaneció.
—Ana, ¿podría buscar un lugar para sentarnos y hablar a solas?
...
Santiago fue dejado con la niñera que Samuel había contratado, quien llevó al niño a jugar al centro comercial de al lado.
La pastelería estaba decorada con un estilo dulce y cool.
Normalmente mucha gente venía a tomar fotos aquí.
Hoy, quizás debido a la lluvia, no había muchos clientes.
Las dos encontraron un rincón para sentarse.
Viviana pidió dos tazas de chocolate caliente.
Al principio solo intercambiaron preguntas sobre cómo les iba.
Viviana sabía muy poco sobre lo que sucedía en el país, su memoria seguía en la etapa en que Ana salía con Mateo.
Sonrió y dijo: —Ana, ¿ya te casaste? Lo siento, después de tener a Santi, no me he sentido bien