Capítulo 14
Lucía condujo a Ana al bar directo más prestigioso de Terraflor, donde evidentemente era una cara conocida.

Al entrar en el área privada, se encontraron con una docena de hombres alineados frente a ellas. Cada uno tenía un estilo diferente, pero todos compartían una belleza excepcional.

Ana permaneció en completo silencio mientras Lucía, con actitud relajada, la alentaba.

— Vamos, señorita Vargas, las dos hemos pasado por lo mismo. No hay que quedarse atrapada en el pasado. Elija los que más le gusten, esta noche todo corre por mi cuenta.

Los hombres, animados por las palabras de Lucía, comenzaron a desplegar sus innegables encantos.

Ana se masajeó las sienes con cierta incomodidad. — Señorita Jiménez, no estoy interesada en contratar compañía masculina.

— No es nada serio —insistió Lucía—, solo para tomar algo y distraerse un rato.

Ana siguió negándose. Ante su firmeza, Lucía desistió.

Cuando los hombres se fueron, el reservado quedó vacío. Ana empezó a servir tragos y se bebió el pri
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