Al día siguiente, tras levantarse y desayunar rápidamente, Rebeca se fue a trabajar como de costumbre.
A mediodía, estaba cenando cuando recibió la llamada de Carolina.
Era la primera vez que Carolina la llamaba desde que se había escabullido silenciosamente en Mainwy Spa.
Rebeca contestó.
—Mamá...
—Hola, Carol —Rebeca contestó y preguntó: —¿Has comido ya?
—¡Acabo de terminar de comer!
Esa mañana, en el balneario, recibió una llamada de Nati diciéndole que su padre había salido con ella y preguntándole si quería ir a reunirse con ellos.
Aceptó inmediatamente y se escabulló sin que Rebeca se enterara.
Se lo pasaron muy bien y no volvieron hasta ayer por la tarde.
Pero anoche no volvieron a casa.
Esta mañana, al volver al colegio y pensar en Rebeca, se sintió un poco culpable y le preocupó que se enfadara, así que la llamó.
Sin embargo, se sintió aliviada cuando su madre había tomado la iniciativa de preguntarle si había comido y no parecía enojada con ella.
Sabía que su madre no se enoj