(Pov: Daniel)
Cierro los ojos con fuerza, convencida de que lo que veo es una ilusión. La diosa nunca aparecería ante mí y mucho menos así, de la nada. Me froto los ojos con el dorso de las manos y cuando los abro de nuevo, su figura sigue ahí, parada a unos metros de mí, mirándome con una expresión que parece sugerir que soy un completo idiota.
-¡No puedo creer!- exclamo, sacudido por la locura de la situación.
-No soy un espejismo, Deniel - me asegura. -Escuché tus oraciones y decidí traer tranquilidad a tu corazón.
-¿Quieres aliviar mi corazón? —cuestiono, perplejo e irritado. -Mi corazón ha estado destrozado durante cientos de años. He vivido un infierno aquí en la Tierra. No me digas que viniste a tranquilizarte. ¿Te tomó medio milenio escuchar mis súplicas?
-Tómatelo con calma, Deniel- insta. -No me culpes por las desgracias que sucedieron en tu vida. No descargues tus frustraciones conmigo. No tengo control sobre las decisiones que toman los demás.
-Pido disculpas- murmuro, rec