Capítulo 98. Ironías de la vida.
Días después...
El príncipe Arthur, de rostro pétreo, observa a Oliver, que está atado a una silla por un matón corpulento. Con voz helada, comenta:
—Así que tus días de ensueño con tu querida Blair han llegado a su fin. ¿No te parece irónico cómo puede florecer el amor en medio de la desgracia?
Oliver, con la mirada fija en el príncipe, responde:
—No se atreva a hablar de Blair. Ella es una mujer honorable, no como usted, que se esconde detrás de su título para imponer su voluntad.
—Oh, pero si tu «amada» Blair es la comidilla de toda Europa. La nobleza se deleita con los detalles de tus vacaciones de verano. ¡Qué escándalo! —dijo con ironía.
—¡Cállese! No tiene derecho a juzgarme —gritó Oliver.
—¿Derecho? Yo soy el príncipe y tú, un simple mortal, has mancillado el honor de mi hija. Elizabeth está destrozada, su reputación está por los suelos por tu culpa.
—¡No me casaré con su hija! ¡No la amo!
El príncipe se le acercó con una mirada maliciosa.
—Oh, Oliver, siempre tan rebelde. Per