—¡¿Qué hace ese niño contigo?! —gruñe.
Me quedo observándolo por unos segundos. No necesito ni excusas para darle un buen puñetazo, juraría que podría matarlo. Necesito tranquilizarme o podría cometer una locura.
—Saint Amour te estoy haciendo una pregunta, ¡¿Qué haces con ese chino?! —este imbécil.
—Ese niño se llama Júpiter, es coreano no chino, y lleva mi apellido así que te pido que guardes tu tono de voz, es mi oficina y no creo haberte invitado a pasar. Horus no tientes a tu suerte suficiente paciencia he tratado de tenerte porque respeto los deseos de Nefertiti. —se acerca a mi escritorio dándole un fuerte golpe.