Pero no logro pasarlo. Su mano sale disparada, envolviendo mi muñeca, haciendo que mis ojos se abran y se cierren con los suyos.
—¿Cuánto tiempo vas a seguir corriendo?— pregunta en voz baja, sólo para que yo lo escuche.
Trago, sin estar segura de qué diablos decir. —No soy…—
Me deja ir. —Lo eres. Pero ahora me pregunto si es tuyo o mío—.
Mi cabeza se echa hacia atrás, sorprendida y molesta por sus palabras. Me burlo y salgo por la puerta, sintiendo su mirada seguirme hasta mi auto.
—Vi eso—, canta Sarah cuando me subo al asiento del conductor.
—Por favor, no lo hagas. Hemos hablado de esto una y otra vez. No va a suceder. ¿Qué pasa si nos juntamos y no funcionamos? Entonces será muy incómodo cada vez que estemos todos juntos. En cada evento para el bebé, estará su tía en un rincón y su tío en otro, mirándose el uno al otro—.
—Sí, sí. Entiendo todo eso. Lo que no entiendo es por qué estás tan seguro de que no funcionará—.
—Porque…—
Porque ninguna otra relación que he tenido ha durado