Él golpea dentro de mí, convirtiendo mi gemido en un grito, haciendo que el placer aumente en mí hasta el punto de que siento que voy a llorar. Un gemido entrecortado me deja mientras me aferro a él, mis uñas se clavan en su cuello. Gime, repitiendo la misma palabra cada vez que me empuja.
—Mío. Mío. Jodidamente mío—. Luego pregunta: —¿Me entiendes, Sarah?—.
Asiento perezosamente. Luego nos mueve, sus manos agarran mi trasero para abrazarme a él mientras me acompaña desde la sala de estar a la cocina. Me acuesta sobre la mesa y siseo a mi espalda yendo hacia el frío acero.
—No—, protesto mientras él arrastra mis bragas por mis piernas. —¿Qué pasa si la mesa se rompe?—
—Entonces se rompe. Nunca te dejaría caer—.
Maldita sea, no quiero que mi corazón tome esas palabras como acaba de hacerlo. Definitivamente no ayuda cuando Law se inclina para besarme de nuevo, más suave esta vez, como si follarme contra la pared hubiera impulsado parte de la ira, como si mi asentimiento aceptando que so