Luciana solo le apretó un poco la mano mientras le decía:

—Creo que todos tienen derecho a saber por qué tomé la decisión de celebrar mi regreso.

Hizo una pequeña pausa y continuó:

—Desde que me casé con Max, mi suegra me enseñó que, aunque hayamos sido bendecidos por nacer en una familia privilegiada, no debemos desperdiciar el dinero. Y le estoy muy agradecida por sus enseñanzas.

Pues sé lo mucho que le cuesta a mi marido ganar ese dinero, pues muchas veces no llegaba a dormir a casa porque siempre estaba viajando.

Por eso decidí celebrar mi regreso con mi amada familia, ya que todo ya estaba pagado.

Además, quiero que todos los regalos que hemos recibido por el matrimonio de mi esposo con su hermana adoptiva vayan a la fundación que mi suegra y mi querida Olivia patrocinan con tanta dedicación… y devoción.

Luciana no se cansaba de repetir que aquel matrimonio estaba mal. No porque Max estuviera casado con ella, sino porque Olivia y él eran hermanos… aunque no de sangre, pero se hab