En busca de oportunidades.

Marlon fue quien llevó a Ángela al hospital, él había dejado a Arturo en la oficina y había salido a averiguar toda la información que su jefe le había pedido, fue en ese momento que se percató que Ángela estaba parqueada aún costado de la vía e inmediatamente dio aviso a su jefe quien le pido que la llevara al mejor hospital.

— Señor, el coche de la señora Fernández ya se encuentra en su residencia—le comunicó Marlon a su jefe.

—Perfecto—dijo Arturo, sin quitar la vista de su computadora—Ya es tarde, llévame a casa.

Marlon condujo hasta la casa en donde Arturo reside, luego se despidió y se fue a su casa, en cuanto a Arturo, él subió a su habitación y tomó una larga ducha, para luego ir directo a la cama a terminar de leer toda la información de Ángela.

—Casada por diez años y actualmente viuda—dijo con una sonrisa en su rostro.

Arturo sé delito viendo las fotos y leyendo toda información de Ángela, pero lo que él no sabía era que en ese archivo, en ese archivo, no estaba la información sobre la supuesta quiebra de la familia Fernández.

Arturo.

No sé qué decirles, mi vida no es muy interesante, así que no tengo mucho que contar, estoy a cargo de la compañía de mi familia, la cual dirijo con ayuda de David, mi hermano menor.

Mi vida ha girado en torno a mi trabajo, a decir verdad eso es lo único que me ha apasionado en los últimos treinta años de mi vida.

En cuanto a mi vida amorosa, nada serio por el momento, suelo tener amigas con las que comparto momento íntimos, pero solo es eso, encuentros sexuales en los que dos salimos beneficiados. Pero tengo el presentimiento que todo eso va a cambiar y se preguntaran el porqué, pues hoy he conocido a una mujer que se ha robado toda mi atención. Todo en ella me atrae, así que le pedí a Marlon que investigara todo sobre ella.

Y aquí estoy leyendo todo, desde su niñez hasta ahora, ahora sé que tengo que hacer para acercarme a ella.

Con eso en mente dejo mi computadora a un lado, mañana sería un gran día de eso, estaba casi seguro, pero estaba equivocado, pues me levanto con la noticia, de que uno de nuestro cargamento había sido allanado por las autoridades, ya que alguien, no sé con qué intención, había dado aviso de que según se trataba de contrabando. Motivo por el cual tuve que salir de la ciudad de manera urgente.

Al llegar a los estados unidos, fui detenido por las autoridades, ya que soy el representante legal de la compañía. Fui llevado a la estación de policía, en donde me interrogaron en compañía de mi abogado, al parecer esto tardaría, ya que revisarían todos los cargamentos que habían llegado y los que estaban en camino.

Mientras Arturo y sus abogados trataban de solucionar el problema en el que se encontraba la compañía, Ángela pensaba en una solución para sus problemas, así que después de tanto pensar, supo que el quedarse en casa, a esperar a que llegaran a sacarla, no sería la solución, por lo que se levantó muy temprano, con un propósito en mente y ese era conseguir un pequeño apartamento en alquiler en el cual poder vivir con su hija, también había imprimido varios currículos, los cuales tenían pensado repartir.

Llena de actitud y esperanza, salió de su apartamento, al llegar al estacionamiento, se sorprendió al ver su coche.

—¿Cómo llegaste aquí?—dijo mientras entraba en él.

Ángela salió del edificio dejando nuevamente a su hija con Mónica. Lo primero que hizo, fue buscar algo pequeño en donde vivir, camino y camino, pero nada se acomodaba a sus necesidades, sus pies dolían, pero eso no la detuvo, después de caminar por más de tres horas, encontró un pequeño apartamento, en una zona tranquila.

— ¿Qué le parece? —le preguntó la agente inmobiliaria.

—Es lo que estaba buscando, además el precio es excelente—dijo Ángela, mientras caminaba por el lugar.

—En ese caso, le gustaría que iniciara con el papeleo—preguntó la mujer.

—Por supuesto¿puedo pagar con tarjeta? —

—Claro, no tenemos problema— dijo la mujer mientras sacaba de un portafolio una serie de documentos.

Ángela estuvo aproximadamente una hora realizando la documentación, al terminar le entregaron las llaves.

—Espero que su estancia sea de su agrado—le dijo la mujer antes de estrechar su mano.

—Yo espero lo mismo, muchas gracias por todo—agradeció Ángela.

Ángela salió con una preocupación menos, por suerte había logrado ahorrar algo de dinero, con eso podría vivir como máximo un mes en lo que encontraba un trabajo con el que pudiera mantener a ella y a su hija.

Mientras Ángela recorría las callé de Barcelona, visitando cuanta empresa y compañía conocía, en casa de los Fernández Gloria se enteraba de sus planes.

—Así que ha rentado un apartamento—dijo la mujer con molestia—congela todas sus tarjetas.

—Señora, pero no podemos hacer eso—contestó Silvia.

—No me importa lo que tengas que hacer o inventar, quiero que no cuente con ningún recurso—dijo la mujer con autoridad.

—Entiendo cuál es su propósito, señora Fernández, pero ya es ilegal, hacerle crecer que están en la bancarrota—argumento Silvia.

— Tú solo haz lo que te digo, para eso te pago, dile que sus tarjetas fueron congeladas, por el asunto del embargo—ordenó Gloria en un tono grosero.

Silvia se quedó en silencio, pues no quería perder su empleo, pero era consciente que todo lo que estaba haciendo por orden de Gloria era ilegal y que si algo llegara a salir mal, ella terminaría en serios problemas.

.

Ángela terminó de repartir su curriculum y se dirigió a su apartamento, en donde debía empezar a empacar.

—Bienvenida señora—dijo Mónica cuando la vio entrar.

—Gracias Mónica, dime ¿cómo está mi princesa? — preguntó Ángela mientras se quitaba sus tacones.

—Ella se encuentra en su cuna jugando, ya le di de comer y está lista para la siesta—le informo la chica.

—Prefecto, así puedo empezar a empacar—dijo Ángela.

—¿Empacar?—repitió Mónica llena de curiosidad.

–Sí, lastimosamente debo abandonar este apartamento—la nostalgia en Ángela era notoria.

Ella amaba ese lugar, lugar en donde había vivido los mejores años al lado de su amado esposo y su pequeña hija.

—Lamento escuchar eso, señora—dijo Mónica con tristeza—Espero y siga contando conmigo para el cuidado de victoria.

—Claro, ahora más que nunca, necesitaré de tu ayuda, espero muy pronto empezara trabajar—le comento.

—Es bueno escuchar eso, cuente conmigo— Mónica le sonrió amablemente.

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