Capítulo sesenta y siete. Un enemigo en casa — — — — Narra Brad Lancaster — — — —
El amanecer entra por las persianas entrecerradas como una amenaza silenciosa. No he dormido. Ni un segundo. Cada parte de mí está tensa, alerta, expectante. Siento que estoy sentado sobre una bomba de tiempo, y el tic-tac ya no se puede ignorar.
Releo el archivo que encontramos en la red oculta de la empresa. Arthur lo escondió bien, pero no lo suficiente. Movimientos bancarios, desviaciones millonarias, nombres en clave... Hay incluso registros de cuentas en paraísos fiscales. Y lo más grave: algunos movimientos están a nombre de nuestra madre, Julia.
—¿Lo sabías...? —susurro, aunque estoy solo.
Me estremece la idea. ¿Mi madre está implicada o fue utilizada como pantalla? No quiero pensar mal, pero Arthur es capaz de cualquier cosa… incluso de usar a sus propios hijos y su esposa como marionetas.
Tomo el teléfono y marco el número de Amy. Contesta rápido, como si tampoco hubiese podido cerrar los ojos.