Capítulo doce. Ponte de rodillas
— — — — Narra Amy — — — —
Me subo al coche bajo la atenta mirada de todos los que me ven pasar por la puerta de salida del holding. Es molesto vivir bajo tanto escrutinio pero sí, definitivamente es algo a lo que tendré que acostumbrarme porque así es su vida y su esposa es parte importante de ella. O sea, yo.
—¿A dónde, señora? —pregunta el chófer.
—A esta dirección.
Le paso la información a su móvil y me recuesto pensando en lo que quiero.
Encontré esa tienda buscando un sitio de vestidos de novia fuera de lo común, y aunque tengo la tarjeta crédito ilimitado de mi marido, este sitio no es caro a su nivel. Quiero sorprenderlo por todos lados.
Sonrío como una tonta mientras pienso en la escena de ante. En sus ojos llenos de deseo, en su confesión sobre su condición de excitacion. Pienso en la confianza casi descarada que nos hemos tomado el uno al otro y el sutil coqueteo que vamos poniendo al limite todo el tiempo. Se me eriza la piel de recordar s