SEGUNDO AMOR
SEGUNDO AMOR
Por: MAR
CAPITULO 1

—Salgo de casa directo a la iglesia, hoy es mi día, me caso con mi hermosa brujita, pero de repente, dos camionetas negras blindadas empiezan a disparar.

Acelero el auto, pero llamo a mi abuela Franchesca al celular de ella donde suena dos veces hasta que escucho su voz.

—Hola Daniel, ¿dónde estás? —me pregunta mi abuela, y yo acelero más el carro, nervioso, no puedo hablar no me salen las palabras de la angustia que siento en estos momentos ,hasta qué logro decir.

Ayúdame, abuela, me están siguiendo y disparando, no sé quiénes son, pero te digo las placas de los autos por si me pasa algo grave.

Dile a María que la amo demasiado y que me perdone por no haber llegado a nuestra boda, por no cumplir la promesa de estar juntos para siempre —le digo entre lágrimas—. Dile que sea feliz por los dos.

—Abuela, dile a Sebastián que cuide y proteja a mi tesoro, confío en él —me estrello con un árbol.

—Daniel, Daniel —No, mi nieto, no.

¿Estás bien? ¿Me escuchas? —escucho la voz angustiada de mi abuela mientras intento recuperar el aliento. El impacto contra el árbol ha dejado mi cuerpo dolorido y la visión borrosa, pero la adrenalina y el miedo siguen corriendo por mis venas.

Intento responderle a mi abuela, pero solo salen balbuceos incoherentes de mi boca. La preocupación se dibuja en su voz cuando pronuncia mi nombre una vez más, llamándome con insistencia.

—Por favor, abuela, busca quién me hizo esto, diles lo que está sucediendo. Diles las placas de esas camionetas, necesito ayuda urgente —consigo articular finalmente, aunque el dolor me envuelve cada vez más.

Siento la desesperación y el amor en la voz de mi abuela mientras me asegura que hará lo que sea necesario para ayudarme. Me susurra palabras de aliento y promete que no me abandonará en esta situación tan angustiante.

El ruido de las explosiones y los disparos se intensifica a mi alrededor, y mi corazón late desbocado en mi pecho. Siento mi vida desvaneciéndose lentamente mientras espero a que llegue la ayuda.

En medio de la confusión y el caos, el nombre de María sigue resonando en mi mente. La imagen de su sonrisa radiante mientras caminamos hacia el altar se desvanece ante la brutal realidad que estoy viviendo. El recuerdo de nuestro amor, los planes de futuro y las promesas eternas fluyen por mi mente en un torrente de emociones abrumadoras.

Mientras luchaba por mantenerme despierto y aferrarme a la esperanza, la voz de mi abuela se escucha nuevamente, pero esta vez parece alejarse. Grito su nombre, pero no hay respuesta.

El silencio se adueña del ambiente, solo interrumpido por los latidos acelerados de mi corazón maltrecho. Siento una extraña calma invadir todo mi ser, como si mi abuela estuviese a mi lado, cuidándome incluso en la distancia.

Mis ojos se cierran lentamente y las imágenes de mi vida pasan rápidamente. Mi amor por María, mi familia, mi pasión por la música, todo queda reducido a instantes fugaces en mi memoria.

Entonces, en medio de la oscuridad, una voz me susurra al oído. Reconozco su tono amoroso y reconfortante. Es mi abuela, hablándome desde algún lugar desconocido.

—No te preocupes, mi valiente Daniel. Estaré contigo siempre, incluso más allá de esta vida. Descansa ahora, mi nieto. Descansa en paz.

Narra Franchesca

Recibo la llamada de Daniel, mi nieto, y la angustia que siento en estos momentos es muy grande. Salgo corriendo hacia el auto, y en ese momento llega Cardona, mi mano derecha.

—¿Pasa algo, Franchesca? —me pregunta Cardona. "Me llamo Daniel", le contesto, limpiando mis lágrimas. "Le están disparando".

Al llegar al lugar, veo el auto de Daniel estrellado contra un árbol. Pero cuando nos acercamos al auto, Daniel estaba lleno de balas. Cardona logra sacar a Daniel del auto, y luego explota.

—No te preocupes, mi valiente Daniel. Estaré contigo siempre, incluso más allá de esta vida. Descansa ahora, mi nieto. Descansa en paz.

Mientras observo la escena desgarradora frente a mí, siento cómo el dolor se apodera de mi corazón. Las lágrimas fluyen sin control por mis mejillas mientras sostengo el cuerpo sin vida de mi amado nieto en mis brazos. Mi mente no puede comprender la crueldad de esta tragedia, pero encuentro consuelo en el hecho de que estuve allí para él en su último momento.

Cardona mira con incredulidad la explosión que ha dejado una nube de humo negro en el aire. Su rostro refleja tanto horror como determinación mientras él y yo nos alejamos del destrozado automóvil. Aunque la tristeza nos abruma, la necesidad de proteger a Daniel aún prevalece. Mis manos temblorosas, llenas de sangre, se aferran a su frágil cuerpo mientras le rindo mi último adiós.

"Malditos sean aquellos que te han hecho daño, mi querido nieto", susurro con voz quebrada, incapaz de aceptar la brutalidad de su partida. "Prometo encontrar justicia para ti. No descansaré hasta que los responsables paguen por sus despreciables acciones".

Mi mente se llena de recuerdos felices y risas compartidas con Daniel. Me esfuerzo por aferrarme a esos momentos como una forma de mantener viva su memoria. Cierro mis ojos y le hablo en silencio, recordándole lo orgullosa que estoy de él y lo mucho que siempre lo amaré.

Mientras el sol se pone lentamente en el horizonte, la tristeza se mezcla con la determinación en mi corazón. Me comprometo a luchar incansablemente para descubrir la verdad detrás de este terrible suceso y vengar la vida de mi nieto. Cardona, mi leal compañero de vida, sabiendo que estoy destrozada por dentro, me ofrece su mano, dándome fuerzas para seguir adelante.

"Juntos superaremos esto, Franchesca", me dice con una voz llena de compasión. "Daniel vivirá a través de nosotros mientras luchamos por la justicia y la paz que él merece".

Asiento con gratitud, sintiendo el apoyo de alguien que ha estado a mi lado durante décadas. Nos unimos en un abrazo lleno de determinación y resolución, listos para enfrentar lo que sea necesario para honrar la memoria de Daniel y asegurarnos de que su muerte no haya sido en vano. Prometemos ser su voz y su fuerza en un mundo donde el mal nunca triunfará.

Mientras caminamos juntos hacia el horizonte, mis lágrimas se mezclan con una feroz determinación. A partir de este momento, nos convertimos en el faro de esperanza y justicia para aquellos seres que les dolerá la muerte de Daniel.

Cuya vida ha sido arrebatada injustamente. El recuerdo de Daniel nunca se desvanecerá, y lucharemos hasta el último aliento para asegurar que su legado sea uno de amor, lucha y redención...

Continuara...

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