No te confundas, Renzo...
— ¡ No te confundas Renzo— dijo Sara con terquedad— cuando digo que me dan ganas de matarla es porque se metió entre nosotros, aun no me saco esa espina.
— ¿Y por qué me invitas a subir a tu habitación?—preguntó Renzo algo decepcionado.
— Porque se que te mueres por estar conmigo, eres muy sexual y yo pienso darte lo que deseas— la voz de Sara sonó amarga— sexo, pero amor no, eso murió el día que te vi salir de la casa de esa mujer.
— Aún me guardas rencor Sara— dijo Renzo con tristeza— cada día me arrepiento de ese error.
— Te arrepientes, pero sigues con ella— dijo Sara con amargura.
— Sara yo…— intentó decir Renzo.
Ella lo interrumpió y dijo:
— ¡Yo no te guardo rencor cariño! Aprendí que eres un hombre con necesidades y por eso quiero complacerte, pero no quiero confusión— Sara terminó diciendo— es solo diversión.
— Eres dura— dijo él.
— ¡Quita esa cara cariño!— dijo ella seductora—¡Vamos a disfrutar!
Sabía que su plan era conquistar el amor de Renzo, pero no se iba a entregar ta