Con voz fría, él cargó a Bella y se dirigió hacia su auto.
Darío intentó detenerlos, pero el chofer de Pedro, Héctor, se interpuso en su camino.
—Darío, mejor vuelve —dijo Bella.
Pedro se notaba algo bebido y de muy mal humor, y si Héctor intervenía, Darío saldría perdiendo.
—No te preocupes, hablamos otro día. —dijo Bella.
Al oír eso, Darío no insistió más, pues seguir discutiendo solo pondría a Bella en una situación incómoda.
—Hermana Bella, llámame si necesitas algo.
Ignorando la mirada fría de Pedro, Darío agregó: —No te sientas presionada por lo que te dije, seguiremos tratándonos como siempre.
Bella asintió con la cabeza, pero antes de que pudiera responder, Pedro ya se dirigía a grandes zancadas hacia el auto, abriendo la puerta y empujándola al asiento trasero.
—¡Pedro, estás loco! —exclamó Bella, enojada.
Ella esperaba que Pedro la cuestionara por lo de Darío, y tenía preparada una respuesta.
Después de que Pedro cerró la puerta del auto, directamente le sujetó el rostro de B