Jennie Frost
Me desperté tarde.
Y no del tipo “cinco minutos tarde” — sino del tipo “Vuk Markovic me va a despellejar viva”.
Dios sabe que intenté no hacer ruido mientras me preparaba. Lo último que necesitaba era la mirada de ese hombre a primera hora de la mañana.
Pero, por supuesto, el destino tenía otros planes.
En el segundo en que me deslicé dentro del coche, sus ojos me encontraron — afilados, fríos, indescifrables.
Una sola mirada bastó para que mi alma cuestionara todas sus decisiones de vida.
—Yo… —empecé, apenas en un susurro.
—Sh. —Su tono cortó el aire, bajo y definitivo.— No. Por favor.
Y eso fue todo. Fin de la conversación.
Luka arrancó el coche, y manejamos en silencio.
Ese tipo de silencio que te asfixia.
Para distraerme, saqué el móvil y empecé un juego, fingiendo no notar cómo el reflejo de Vuk en la ventana parecía el de alguien planeando un funeral — probablemente el mío.
A mitad del camino, mi teléfono vibró.
James: Voy de camino a la Mansión Markovic. No empiec