—¿Está todo bien? Estás muy callado —la voz de Antonella lo atrajo a la realidad.
—Lo siento, pelirroja, estaba distraído.
—Puedo verlo.
—Todo esto es una locura, hace poco más de una semana no tenía ningún familiar y ahora tengo padres y dos hermanas.
—Sí, es impresionante.
—Hace mucho que había aceptado que no tenía familia —ella tomó su mano y le dio un apretón— aunque ya me reuní con ellos la primera vez, no puedo evitar sentirme nervioso.
—Entiendo, yo también estoy muy nerviosa ¿Y si no les agrado a tu familia?
Maurizio iba conduciendo camino a casa de su madre, aunque ella y su hermana vivían en otra ciudad, su padre las había traído para que pudieran reunirse con él. Miró un segundo a Antonella, tomó su mano, se la llevó a sus labios y depositó un beso en su dorso.
—Por supuesto que te amarán. Mi madre estaba contenta cuando le hablé de ti —ella sonrió y el hizo lo mismo. Se sentía tan bien que él le hablara a su familia de ella en su primer día de conocerlos—. Se senti