Me dolió el corazón ver a mi hija en esa situación, era la primera vez que veía a mis niñas tan afligidas y, además, enfrente había varios niños, todos varones.
Mi rostro se tornó de inmediato en una mueca de desagrado. Miré a la maestra y le pregunté: —¿Qué ha pasado aquí exactamente? ¿Cómo llegaron a esta situación?
Las dos maestras de Dulcita estaban en la oficina, luciendo ambas una expresión de pánico.
De hecho, conocían la situación familiar de Dulcita, por eso me habían llamado a mí. Estaba segura de que no se habían atrevido a llamar a Patricio.
Antes de que las maestras pudieran decir algo, Dulcita, entre lágrimas, empezó a contarme lo sucedido.
—…Mamá, Jorge Rodríguez me insultó, …dijo que soy hija de un criminal, también dijo que soy hija ilegítima, que mi papá es un malvado que engaña a la gente con casas de mala calidad, y… y también dijo que tú eres la amante secreta de otro hombre…
Sus palabras me dejaron atónita. ¿Cómo podían salir esas palabras de la boca de un niño ta