Respiraba profundamente, mirándolo de reojo, y dije: —No creas que con eso me vas a perdonar. Esas imágenes se han quedado en mis ojos, han herido mi corazón, y no las olvidaré.
Él me rodeó con sus brazos y con una voz llena de cariño dijo: —Entonces castígame, permíteme abrazarte toda la vida, sin soltarte jamás.
Su comentario me hizo reír. Realmente no sabía qué hacer con él, siempre encontraba la manera de volver las cosas a su favor.
—Si te atreves a hacer algo así de nuevo, no te perdonaré. Y no necesitamos hablar de castigos— Seguí fingiendo estar enojada—, él tiene a alguien a quien abrazar, ¿acaso yo no?
Seguimos charlando casualmente.
De repente, su rostro se volvió serio y dijo: —¿Ella se atrevería a hacer eso? ¿Su temperamento se ha vuelto aún más fuerte?
Me sorprendí y lo miré fijamente, tratando de discernir la verdad en sus palabras.
Al ver mi expresión seria, él me mordió suavemente el labio y dijo: —Eres más difícil de complacer que Dulcita.
Me reí para mis adentros, pe