Cuando estábamos cenando, Dulcita dijo con su dulce boca parlotea y sabía muy bien cómo adular, —¡Tío es el mejor!
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Patricio se rió de felicidad y preguntó cariñosamente, —¿Por qué?
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—El tío viene y puedo comer mucha comida, además me trae hermanitas bebés. ¡Ahora tengo una familia! ¡Con mamá muñeca, hermana mayor muñeca, y también hermana menor muñeca! —miró a Patricio y dijo—, Ellos son una familia, no quiero a papá muñeca, ¡papá es malo! ¡Dulcita quiere al tío, no quiere a papá!
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Patricio rió encantado y usó sus propios palillos para alimentarla con la comida.
Después de terminar la cena, yo recogí los platos y Patricio y Dulcita jugaron locamente en la sala de estar. Nunca habría imaginado que se llevarían tan bien, y que él tendría tanta paciencia para hablar con ella en el lenguaje de los niños.
En medio de su juego, de repente Dulcita se acordó de algo y corrió hacia Patricio. Sacó un caramelo de su pequeño bolsillo y con seriedad