En los días siguientes, siempre que tenía tiempo, Patricio venía por las noches a acompañarme, justo después de que Dulcita se durmiera. Parecía calcular su tiempo con precisión.
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Me preguntaba por qué no había noticias de Hernán, como si hubiera desaparecido de mi vida de repente, un silencio repentino que me hacía sentir incómoda.
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Sin embargo, no me atrevía a preguntarle a Patricio, porque sabía que se burlaría de mí.
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Las cosas en la empresa seguían su curso normal. Josh era realmente competente, y con él en el departamento de marketing, todo iba como la seda. Además, Josh tenía una gran afinidad con Teo.
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Mariana me llamó muchas veces últimamente, pero siempre le dije que estaba ocupada y no la volví a ver. Desde la última reunión, había descubierto cuáles eran sus verdaderas intenciones. Siempre estaba tratando de superarme en una especie de juego mental, y eso me agotaba. No me gustaba esa sensación.
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