James se negó a soltar sus labios de esta manera, si no que la abrazó con más fuerza y apretó su agarre.
Astrid ejerció toda su fuerza, golpeó y pateó, luchó y finalmente escapó de él …
Ella jadeó y jadeó y dijo enojada ― ¡James, ¡eres un gilipollas! ¿Sigues pensando mal de mí? Crees que él y yo tenemos algo más, ¿verdad? ¡Cómo diablos quieres que te cuente!
Lloró y cuestionó enojada.
La tenue luz en la habitación iluminó su rostro muy feo.
James espetó ― ¿Soy un gilipollas? Pues si, lo soy. ¿Pero, te atreves a negar que está aquí por ti?
―Ha llegado, ¿y qué? ― Ella respondió en voz alta.
― ¿Qué tienes que ver con él?
― ¡Lo mejor es que te vayas! ― Astrid se alejó de él caminando hacia la puerta, pero James la abrazó con fuerza por detrás.
― ¿Por qué no puedes confiar en mí? ¿Por qué no, me dejas ver a la vieja Astrid? Nos amamos, juntos podemos enfrentar lo que sea.
Los ojos de Astrid se cerraron y luchó ― No me mirarás de la misma manera cuando lo sepas.
― ¿Crees que no sé nada? Te