Tampoco trabajé como encargado de un snack bar o como cajero de un supermercado. Yuna volvió al turno de día mientras yo me quejaba de no poder hacer nada que me permitiera ganar dinero para mantener a mi hija.
- Soy un fracaso. – le dije a Do-Yoon, mientras me tiraba en el sofá, triste.
- No, no es. Encontrarás algo que puedas hacer.
Yuna había estado enojada conmigo estos últimos días, seguramente pensando que lo estaba haciendo a propósito, como si no quisiera conservar un trabajo.
Enderecé a Melody y dije, mientras la subía al carrito:
- Daré un paseo con ella por la plaza.
- Sí, es bueno descansar un poco la cabeza. Te estás esforzando demasiado, Sabrina.
- ¡Do-Yoon, no existes! - Lo abracé cariñosamente.
Cuando lo solté, noté que estaba sonrojado.
- Lo siento por tocarte de esta manera ... Pero es una forma de cariño... Y gratitud.
Me miró fijamente y luego vino hacia mí, presionando su boca contra la mía, intentando un beso íntimo completamente incómodo.
Me alejé y dije, confun