CAPÍTULO 36
ROMINA
Me encontraba en mi habitación pintándome las uñas de los pies, cuando entra Osvaldo furioso. Me toma con violencia del brazo. Su mirada refleja rabia, y por primera vez siento miedo; no entiendo qué lo enfureció tanto para que me mirara de esa manera.
—¡¿Qué fregados hiciste?!
—Nada —respondo temblando.
—¿Ah, no sabes? —chillo al sentir cómo aprieta con más fuerza mi brazo.
Me mira con ganas de matarme; tiemblo de miedo por su actitud.
—Me lastimas —intento soltarme, pero cada vez me aprieta más.
—¿Te suena el nombre de Iker Arce?
Abro tanto los ojos que siento que se me saldrán de las órbitas y niego de inmediato.
—No… —titubeo.
—¡No mientas! —gruñe rabioso—. La mujer de ese hombre me citó en un bar y me enseñó pruebas de que quisiste matarlo.
Mis ojos se abren aún más, el corazón se me acelera.
—Papi, eso es una vil mentira. Esa vieja miente, quiere vengarse de mí porque hace dos años me acosté con su novio —mi voz sale temblorosa.
—¡No sigas mintiendo!
Me tira a