La noche antes de la cirugía de su madre, Cira pensó que no podría dormir, pero tan pronto como cerró los ojos, los abrió de nuevo y ya eran las siete de la mañana del día siguiente.
La cirugía estaba programada para las ocho. Cira recogió su cama plegable y se dirigió al baño del hospital para asearse antes de volver a la UCI.
Poco después, Ximena y su marido también llegaron.
A las ocho en punto, el personal médico llevó a la madre de Cira al quirófano y se encendió la luz roja que indicaba En Cirugía.
Fue en ese momento cuando Cira comenzó a sentirse realmente ansiosa.
Temía que la cirugía fuera un fracaso, que ocurriera algún imprevisto, que haber firmado para llevar a su madre al quirófano resultara ser su perdición... Aunque sabía muy bien que, dada la condición actual de su madre, no operarla significaría su muerte inminente.
Ximena también estaba muy nerviosa y comenzó a llorar.
Su marido la abrazó y dijo: —No te preocupes, todo saldrá bien. Esos doctores son del extranjero, so