Cira se quedó un poco aturdida, asintió dudosa: —Bien, gracias, te lo agradezco.
—No hay de qué, no hay de qué —El conductor colocó la cama plegable y se fue. Cira no esperaba que ese hombre fuera tan atento.
Miró la cama por un momento, encontró un rincón que no obstruiría el paso de nadie, la abrió, extendió una manta y se tumbó.
Después de dos días y dos noches con la espalda rígida, finalmente obtuvo un descanso. Cira sintió claramente la gravedad por primera vez, su cuerpo entero se hundió pesadamente hacia abajo.
...
Morgan regresó a Costa Bella.
No le gustaba tener a extraños en su casa. Las empleadas de hogar solo venían a limpiar cuando él iba a la oficina; si estaba en casa, no permitiría la presencia de ellos.
Se quitó el abrigo y el traje, los tiró en el sofá y se dispuso a ducharse cuando su teléfono sonó.
Le echó un vistazo, era su padre.
Morgan contestó.
—Padre.
En el fondo se escuchaba la voz de la señora Vega: —Háblale adecuadamente, no te enfades.
La indiferencia en l